jueves, 4 de julio de 2013

MUJERES QUE LE TIENEN FOBIA AL MOTEL parte II


"No vuelvo a dejar que me traiga a un cuchitril de estos"


Es necesario darles espacio para que digieran el asunto y acepten con naturalidad que debieron rebajarse a plebeyas temporalmente por cuenta de la calentura. Recomiendo permitirles que se tomen su tiempo para entrar al baño, retocarse y mirarse de frente al espejo mientras suspiran y dicen: "Es sólo por esta vez. No vuelvo a dejar que me traiga a un cuchitril de estos".

La incomodidad de ellas me sabe a amarga ingratitud. Pasar el rato en ese "cuchitril" me representa entre 70.000 y 90.000 pesos -nunca más ni menos-. Y no es sólo un tema de plata; ellas deberían valorar mejor mi disposición a entregarles mi sagrado cuerpo, sin detenerse en pequeños detalles como la luz de neón.
Si es mi novia, me gustaría que reconociera el esfuerzo que hago por darle lo que se merece y complacerla privadamente a falta de un apartamento propio. En eso soy muy considerado y puedo esperar con paciencia a que ella consiga su lugar para vivir. Me parece insólito que la novia viva con los papás y al mismo tiempo se indigne yendo a un motel. ¿O pretenderá que yo me vaya de mi casa paterna? Mmmm, también sería buena idea.


"Vamos... pero sólo a dormir"
Menos comprensible es cuando la queja viene de alguien que aceptó sexo casual. Puede ser una compañera de oficina o una recién conocida en una fiesta. En esos casos, los tragos ayudan a disminuir los delirios de princesa y a promover los instintos que las llevan -sin vergüenza y sin misterio- a acostarse con un tipo que las atrae.
Sin embargo, cuando no están suficientemente alicoradas suelen hacer mala cara durante todo el proceso: desde cuando uno hace la propuesta indecente hasta cuando se están mirando al espejo en el cuarto del motel. Es uno de los 'sí' más raros que puede dar una mujer, porque significa que accede a encamarse -y para eso hay que tener ganas-, pero al tiempo le da rabia.

Hay algunas que se mienten a sí mismas. Aceptan ir al motel, ¡pero sólo a dormir! Recientemente supe que es una práctica más común de lo que pensaba. Lo aplican algunas mujeres para no sentirse culpables ni fáciles. Pero todos saben en qué va a terminar esa historia. Por eso es que el tipo dice con el mayor convencimiento: "Claro, si lo que quieres es que durmamos en cucharita, no tengo ningún problema. ¡Vamos!".

En efecto, durante los primeros minutos acostadas en la cama, insisten en que fueron sólo a descansar, pero al final gana la insistencia del hombre. Es algo protocolario, porque ellas esperan que las vayan convenciendo. Es una mentira piadosa, como el chiste de proponer "sólo la puntica... ¡pero bien adentro!".
Queridas princesas: dejen la pendejada. Sucumban a la comodidad del motel sin tanto escrúpulo. Vean el lado positivo. Es un lugar de plena intimidad, sin el peligro de que una madre o un hermano entren al cuarto y se den cuenta de su bronceado. Anímense a coger el control remoto y a buscar ustedes mismas los canales porno. Atrévanse a explorar la silla 'desnucadero' y -para que no se sientan utilizadas- paguen la mitad del costo de la habitación. Todos ganamos así. Saben perfectamente a qué vamos. ¿De qué se sorprenden?


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